Tuesday 22 December 2009

Otra Vez En Buenos Aires

Llegar a Buenos Aires me provoca una sensación distinta a la de llegar a cualquier otra ciudad... El piloto ya se encargo de avisar a los pasajeros que en pocos minutos iniciaremos el aterrizaje, que son las 9.20 hora local y que el sol resplandece sobre la ciudad. El corazón empieza a latir cada vez más rápido hasta que el avión aterriza en la pista del aeropuerto Ministro Pisan en la ciudad de "la pelota", del Tango, la de Borges y de tantos "Europeos en el exilio".

Después de 12 horas de vuelo, solo me quedan energías para abrazar a mi sobrina. Junto fuerzas y sigo en busca de mi equipaje, que sorpresivamente el primero en salir de la cinta.

El trámite de Migraciones se hace lento, me parece raro entrar a mi país como extranjero pero sorprendentemente el oficial esta de buen humor y me dice “Bienvenido Pibe”.

El aeropuerto, como en general pasa con muchos aeropuertos, es una fiel imagen de la ciudad... Desordenado, lindas mujeres, antiguo pero con algunas partes remodeladas y el trato casi imperativo del personal de seguridad, salgo disparado, ignorando todo lo que me rodea, incluyendo las promotoras que venden perfumes, llego a ese ventanal que marca territorio entre los que están y los que llegan o se van. A la distancia veo tres caras que me son muy familiares y salgo corriendo: Siempre hay alguien que me espera en Buenos Aires, estoy en casa otra vez.

A los pocos minutos de salir del Aeropuerto ya se nota el desorden con el que se desenvuelve el trafico... para decirlo en un lenguaje mas Argento: "Un quilombo". Llegando a la Av. General Paz ya empiezo a sentir los aromas de la ciudad o al menos así me parece a mí.

Me propongo ver la ciudad con total objetividad, como si fuese un extranjero al cual nada y nadie lo ata. Es difícil, pero lo intento.

La primera impresión es buena. Es linda Buenos Aires para un turista, pero que atrasada que esta. Me entristece ver como muchos se han olvidado de una educación básica, como agradecer, pedir las cosas por favor o disculparse al atropellar a alguien... De todas maneras mantengo la buena onda.

Mi sonrisa delata una cierta alegría por estar ahí y haber estacionado el auto en la calle Corrientes.

El centro de la ciudad me apasiona, con el paso del tiempo ha envejecido pero no ha perdido su fascino multicultural.

Me pongo el traje de turista y hago lo que siempre quise hacer y nunca hice... Ya entre a muchos bares a los cuales "de chiquilín miraba de afuera", entonces me voy al Café Tortoni.
Que gran sensación sentarse ahí a desayunar y respirar un poco de la historia reciente de la ciudad, tal vez en esa misma mesa algún día se sentó Borges con Bioy Caseres...
Mientras me devoro un increíble tostado me parece escuchar a Gardel y fantaseo con pasar a ser parte de la historia del lugar.
Es una lastima que en la puerta haya un portero que nos apura al salir... seguramente a la clase de "cordialidad y atención al cliente” nunca asistió. Quiero mandarlo al carajo, decirle que soy un cliente, que no me apure, que me respete... en fin que “no me rompa las pelotas” (para decirlo otra vez con total Argentinidad), pero me quedo tranquilo, estoy de vacaciones y no quiero perder mi tiempo. Mantengo el buen humor y en algunos lugares hasta me tratan muy bien.

Voy al microcentro a caminar esas peatonales de la vida, en la esquina Lavalle y Florida se cruzan muchas sensaciones: 2 puestos de diario a 10 metros de distancia, un negocio Legacy, perfumerías, hermosas mujeres que desfilan por la peatonal a la hora de su almuerzo, gente que trabaja y otros que están expectantes de ver que pasa, un vendedor ambulante ciego que recuerdo haber visto 20 años atrás cuando mi viejo me llevaba al centro, hay también algunos "cambistas" que se disputan los clientes, intercambiando Euros, Dólares, Yenes y hasta Patacones... “sin hacer cola”. Pero por miedo, mejor no arriesgo.

Hoy, yo soy uno mas... o tal vez un espectador de lujo. Como dice una canción, se encienden las luces en Calle Corrientes, teatros, librerías y la gente que viene y que va. La calle que nunca duerme se tomo una tarde de franco e increíblemente parece apaciguada, como si algo estuviera por suceder. No pasa nada naturalmente, el canillita sigue vendiendo diarios y viendo la vida pasar.

Aunque a algunas construcciones les falta una mano.... de pintura, igual la ciudad tiene ese "no se que" y por eso me sigue gustando.

No puedo ser objetivo... es mi ciudad y me duele ver algunas cosas mal.

Como buen argentino me desentiendo de todo y pienso "No es mi culpa" y es lo mismo que piensan 10 millones de personas más. Pero en parte creo que somos todos culpables, también los que nos fuimos.

Llega otro día y es hora de volver a caminar... La calle se volvió a despertar muy temprano, la rectitud de la ciudad la lleva a ese andar casi frenético a las 6 de mañana con gente apurada para llegar a ningún lugar. Pero yo soy un turista mas... aunque me camuflo entre la gente, conozco las esquinas y voy sin cámara de fotos, entonces nadie me nota!


Buenos Aires me trata bien en lo poco que va del dia, la chica del kiosco tiene la mejor onda, escucha cumbia y baila desde la heladera al mostrador. Compro un alfajor y una cepita para empezar la mañana "a full"!! La chica no tiene cambio... "No hay drama" me dice... y me encaja 10 caramelos para darme "de vuelto"...

Me siento a pensar, en una Plaza de Mayo con menos Golondrinas que en el pasado. La casa Rosada, podría ser reconocida como una casa de delincuentes, pero prefiero no hacer política y admirar la arquitectura, las columnas de la catedral, el cabildo, sus teatros, sus bares y sus extremos...

Dejo de pensar, porque no me sale muy bien y vuelvo a gastar las suelas.

Parece haber un poco de Smog por la calle Bolívar, camino con la mirada fija, cantando por lo bajo hasta llegar a San Telmo. Empiezo a curiosear por algunas tiendas, en Plaza Dorrego hay un grupo de amigos tomando mate y conversando animadamente... El museo nacional de arte moderno me llama la atención, pero lamentablemente esta cerrado.

No se me ocurre nada mejor que volver al Barrio Genovés de Buenos Aires, mejor conocido como "La Boca", con su tradicional calle "Caminito", el Tango y obviamente la Bombonera. Un templo del football mundial. Los murales de Maradona me recuerdan a cuando estuve en Nápoles. Las banderas reflejan la alegría por el campeonato a penas obtenido por el Club Xeneize y el Museo del Estadio explota de Turistas. Vuelvo a entrar, siento un cosquilleo en el estomago... no es hambre, es pasión y orgullo... Piso ese verde césped, donde alguna vez jugaron Diego, Batistuta, Rattin, Varallo, Riquelme y donde la gente tantas veces se expandió en alegría. "Como me hubiera gustado jugar acá" pienso... desconsolado por un sueño incumplido.

En Caminito compro algunos "Souvenir", regalos, remeras.... y a medida que gasto dinero la gente se va haciendo mas simpática. Me recomiendan la Pizzería de "la Totta" y obviamente accedo.
Antes de subirme a un Taxi busco el parque Lezama, poblado por hinchas de River buscando la calesita para dar la vuelta.


Buenos Aires ya me conoce, hay pocos autos porque es un viernes de verano, pero aun así alguien tiene mucho ingenio para manejar como le parece.
Me siento por primera vez en la Plaza San Martín. La gente disfruta del descanso de su trabajo, yo disfruto de estar ahí. Cruzo la calle, haciendo zig zag, a un lado la "Torre de Los Ingleses" que no se salvo de un Graffiti poco representativo e inoportuno, estoy frente a Retiro, donde nace Avenida Del Libertador.

El olor me llama, estoy cerca de la Darsena Norte del Río De La Plata, del Lado contrario del Yacht Club Argentino, en Puerto Madero. Por suerte hay un amigo, Emiliano, que también esta por esa zona o tal vez por amabilidad me lo hace creer, asi nos encontramos para tomar algo... Las horas pasan y nosotros seguimos hablando. A veces no podemos evitar desviar la mirada y apreciar una chica que pasa corriendo, ella no se inmuta... sabe que la miran y eso la hace sentir bien. Un cigarrillo y mas charla antes de despedirnos, con la promesa de volver a vernos.

Como dije es Viernes, el ultimo día laboral de la semana para muchos... eso significa cena y cervezas con mas amigos. Me encuentro con Joel, a la salida de su trabajo, que esta casi pegado al Luna Park.
Cruzamos rápido la Av. Leandro Alem y para volver a sentirme como en casa, nos metemos en un Pub Irlandés, vuelvo a ser local, elijo las cervezas y me muevo como pez en el agua.
La noche de Buenos Aires me espera así que es hora de ir comer, pegarme una ducha y sabiendo que el frasco de perfume está medio lleno... voy a vaciarlo del todo. Tiene mucha vida la noche de Buenos Aires, En Recoleta, Barrio Norte y Palermo... hay para elegir, vamos a un lugar tranquilo, con terraza, buena música y chicas interesantes.

Decido hacer todo "en su medida y armoniosamente" como decía Virgilio. El General Perón solía repetir la frase del maestro de Dante. Ambos me gustaban... claro, me refiero a Virgilio y Dante... pero de aquel presidente prefiero no hablar, porque al final de cuentas no me gusta ninguno y prefiero no ofender. Ser apolítico en Buenos Aires es peligroso, mucho mejor es hacerse el boludo y eso me sale muy bien.

Por suerte todo sigue en el mismo lugar y por eso, de alguna manera me siento en casa... Disfruto de cada paso, a la vez me doy cuenta de que vivir esa rutina seria insalubre para mi, entonces disfruto que, al menos hoy, soy solo un turista.

Trato de pensar como sería hoy un "Resumen Porteño" como el que escribió Spinetta cuando los Militares estaban en el poder, entonces mas que resumen, escribo un mar de palabras, con poco sentido. Como las que acabo de teclear.

Me despido y sigo pensando en Baires, que con sus defectos, locuras y diferencias, a veces puede tratarme mal, pero es lo que hay.... igual la quiero.

En pocas horas estaré de regreso a Dublín y me doy cuenta que para saber a donde vamos hay que saber de donde venimos..

Friday 4 December 2009

Into The Wild

Introducción: Una mañana me invadió una sensación de angustia e intranquilidad. Hacia tiempo que me sentía agobiado por la superficialidad, el materialismo y el ego que rige en el mundo. Si todos nos sentimos así, porque seguimos viviendo en un mundo tan materialista?