Llegar a Buenos Aires me provoca
una sensación distinta a la de llegar a cualquier otra ciudad... El piloto ya se
encargo de avisar a los pasajeros que en pocos minutos iniciaremos el
aterrizaje, que son las 9.20 hora local y que el sol resplandece sobre la
ciudad. El corazón empieza a latir cada vez más rápido hasta que el avión
aterriza en la pista del aeropuerto Ministro Pisan en la ciudad de "la pelota",
del Tango, la de Borges y de tantos "Europeos en el exilio".
Después de
12 horas de vuelo, solo me quedan energías para abrazar a mi sobrina. Junto
fuerzas y sigo en busca de mi equipaje, que sorpresivamente el primero en salir
de la cinta.
El trámite de Migraciones se hace lento, me parece raro
entrar a mi país como extranjero pero sorprendentemente el oficial esta de buen
humor y me dice “Bienvenido Pibe”.
El aeropuerto, como en general pasa
con muchos aeropuertos, es una fiel imagen de la ciudad... Desordenado, lindas
mujeres, antiguo pero con algunas partes remodeladas y el trato casi imperativo
del personal de seguridad, salgo disparado, ignorando todo lo que me rodea,
incluyendo las promotoras que venden perfumes, llego a ese ventanal que marca
territorio entre los que están y los que llegan o se van. A la distancia veo
tres caras que me son muy familiares y salgo corriendo: Siempre hay alguien que
me espera en Buenos Aires, estoy en casa otra vez.
A los pocos minutos de
salir del Aeropuerto ya se nota el desorden con el que se desenvuelve el
trafico... para decirlo en un lenguaje mas Argento: "Un quilombo". Llegando a la
Av. General Paz ya empiezo a sentir los aromas de la ciudad o al menos así me
parece a mí.
Me propongo ver la ciudad con total objetividad, como si
fuese un extranjero al cual nada y nadie lo ata. Es difícil, pero lo
intento.
La primera impresión es buena. Es linda Buenos Aires para un
turista, pero que atrasada que esta. Me entristece ver como muchos se han
olvidado de una educación básica, como agradecer, pedir las cosas por favor o
disculparse al atropellar a alguien... De todas maneras mantengo la buena
onda.
Mi sonrisa delata una cierta alegría por estar ahí y haber
estacionado el auto en la calle Corrientes.
El centro de la ciudad me
apasiona, con el paso del tiempo ha envejecido pero no ha perdido su fascino
multicultural.
Me pongo el traje de turista y hago lo que siempre quise
hacer y nunca hice... Ya entre a muchos bares a los cuales "de chiquilín miraba
de afuera", entonces me voy al Café Tortoni.
Que gran sensación sentarse ahí
a desayunar y respirar un poco de la historia reciente de la ciudad, tal vez en
esa misma mesa algún día se sentó Borges con Bioy
Caseres...
Mientras me devoro un
increíble tostado me parece escuchar a Gardel y
fantaseo con pasar a ser parte de la historia del
lugar.
Es una lastima que en la puerta haya un portero
que nos apura al salir... seguramente
a la clase de "cordialidad y atención al cliente” nunca asistió. Quiero mandarlo
al carajo, decirle que soy un cliente, que no me apure, que me respete... en fin
que “no me rompa las pelotas” (para decirlo otra vez con total Argentinidad),
pero me quedo tranquilo, estoy de vacaciones y no quiero perder mi tiempo.
Mantengo el buen humor y en algunos lugares hasta me tratan muy bien.
Voy
al microcentro a caminar esas peatonales de la vida, en la esquina Lavalle y
Florida se cruzan muchas sensaciones: 2 puestos de diario a 10 metros de
distancia, un negocio Legacy, perfumerías, hermosas mujeres que desfilan por la
peatonal a la hora de su almuerzo, gente que trabaja y otros que están
expectantes de ver que pasa, un vendedor ambulante ciego que recuerdo haber
visto 20 años atrás cuando mi viejo me llevaba al centro, hay también algunos
"cambistas" que se disputan los clientes, intercambiando Euros, Dólares, Yenes y
hasta Patacones... “sin hacer cola”. Pero por miedo, mejor no
arriesgo.
Hoy, yo soy uno mas... o tal vez un espectador de lujo. Como
dice una canción, se encienden las luces en Calle Corrientes, teatros, librerías
y la gente que viene y que va. La calle que nunca duerme se tomo una tarde de
franco e increíblemente parece apaciguada, como si algo estuviera por suceder.
No pasa nada naturalmente, el canillita sigue vendiendo diarios y viendo la vida
pasar.
Aunque a algunas construcciones les falta una mano.... de pintura,
igual la ciudad tiene ese "no se que" y por eso me sigue gustando.
No
puedo ser objetivo... es mi ciudad y me duele ver algunas cosas mal.
Como
buen argentino me desentiendo de todo y pienso "No es mi culpa" y es lo mismo
que piensan 10 millones de personas más. Pero en parte creo que somos todos
culpables, también los que nos fuimos.
Llega otro día y es hora de
volver a caminar... La calle se volvió a despertar muy temprano, la rectitud de
la ciudad la lleva a ese andar casi frenético a las 6 de mañana con gente
apurada para llegar a ningún lugar. Pero yo soy un turista mas... aunque me
camuflo entre la gente, conozco las esquinas y voy sin cámara de fotos, entonces
nadie me nota!
Buenos Aires me trata bien en lo poco que va del dia, la chica del kiosco
tiene la mejor onda, escucha cumbia y baila desde la heladera al mostrador.
Compro un alfajor y una cepita para empezar la mañana "a full"!! La chica no
tiene cambio... "No hay drama" me dice... y me encaja 10 caramelos para darme
"de vuelto"...
Me siento a pensar, en una Plaza de Mayo con menos
Golondrinas que en el pasado. La casa Rosada, podría ser reconocida como una
casa de delincuentes, pero prefiero no hacer política y admirar la arquitectura,
las columnas de la catedral, el cabildo, sus teatros, sus bares y sus
extremos...
Dejo de pensar, porque no me sale muy bien y vuelvo a gastar
las suelas.
Parece haber un poco de Smog por la calle Bolívar, camino con
la mirada fija, cantando por lo bajo hasta llegar a San Telmo. Empiezo a
curiosear por algunas tiendas, en Plaza Dorrego hay un grupo de amigos tomando
mate y conversando animadamente... El museo nacional de arte moderno me llama la
atención, pero lamentablemente esta cerrado.
No se me ocurre nada mejor
que volver al Barrio Genovés de Buenos Aires, mejor conocido como "La Boca", con
su tradicional calle "Caminito", el Tango y obviamente la Bombonera. Un templo
del football mundial. Los murales de Maradona me recuerdan a cuando estuve en
Nápoles. Las banderas reflejan la alegría por el campeonato a penas obtenido por
el Club Xeneize y el Museo del Estadio explota de Turistas. Vuelvo a entrar,
siento un cosquilleo en el estomago... no es hambre, es pasión y orgullo... Piso
ese verde césped, donde alguna vez jugaron Diego, Batistuta, Rattin, Varallo,
Riquelme y donde la gente tantas veces se expandió en alegría. "Como me hubiera
gustado jugar acá" pienso... desconsolado por un sueño incumplido.
En Caminito compro algunos
"Souvenir", regalos, remeras.... y a medida que gasto dinero la gente se va
haciendo mas simpática. Me recomiendan la Pizzería de "la Totta" y obviamente
accedo.
Antes de subirme a un Taxi busco el parque Lezama, poblado por
hinchas de River buscando la calesita para dar la vuelta.
Buenos Aires ya
me conoce, hay pocos autos porque es un viernes de verano, pero aun así alguien
tiene mucho ingenio para manejar como le parece.
Me siento por primera vez en
la Plaza San Martín. La gente disfruta del descanso de su trabajo, yo disfruto
de estar ahí. Cruzo la calle, haciendo zig zag, a un lado la "Torre de Los
Ingleses" que no se salvo de un Graffiti poco representativo e inoportuno, estoy
frente a Retiro, donde nace Avenida Del Libertador.
El olor me llama,
estoy cerca de la Darsena Norte del Río De La Plata, del Lado contrario del
Yacht Club Argentino, en Puerto Madero. Por suerte hay un amigo, Emiliano, que
también esta por esa zona o tal vez por amabilidad me lo hace creer, asi nos encontramos para tomar algo... Las
horas pasan y nosotros seguimos hablando. A veces no podemos evitar desviar la
mirada y apreciar una chica que pasa corriendo, ella no se inmuta... sabe que la
miran y eso la hace sentir bien. Un cigarrillo y mas charla antes de
despedirnos, con la promesa de volver a vernos.
Como dije es Viernes,
el ultimo día laboral de la semana para muchos... eso significa cena y cervezas
con mas amigos. Me encuentro con Joel, a la salida de su trabajo, que esta casi
pegado al Luna Park.
Cruzamos rápido la Av. Leandro Alem y para volver a
sentirme como en casa, nos metemos en un Pub Irlandés, vuelvo a ser local, elijo
las cervezas y me muevo como pez en el
agua.
La noche de Buenos Aires me
espera así que es hora de ir comer, pegarme una ducha y sabiendo que el frasco
de perfume está medio lleno... voy a vaciarlo del todo. Tiene mucha vida la
noche de Buenos Aires, En Recoleta, Barrio Norte y Palermo... hay para elegir,
vamos a un lugar tranquilo, con terraza, buena música y chicas
interesantes.
Decido hacer todo "en su medida y armoniosamente" como decía Virgilio.
El General Perón solía repetir la frase del maestro de Dante. Ambos me
gustaban... claro, me refiero a Virgilio y Dante... pero de aquel presidente
prefiero no hablar, porque al final de cuentas no me gusta ninguno y prefiero no
ofender. Ser apolítico en Buenos Aires es peligroso, mucho mejor es hacerse el
boludo y eso me sale muy bien.
Por suerte todo sigue en el mismo lugar y
por eso, de alguna manera me siento en casa... Disfruto de cada paso, a la vez
me doy cuenta de que vivir esa rutina seria insalubre para mi, entonces disfruto
que, al menos hoy, soy solo un turista.
Trato de pensar como sería hoy
un "Resumen Porteño" como el que escribió Spinetta cuando los Militares estaban
en el poder, entonces mas que resumen, escribo un mar de palabras, con poco
sentido. Como las que acabo de teclear.
Me despido y sigo pensando en
Baires, que con sus defectos, locuras y diferencias, a veces puede tratarme mal,
pero es lo que hay.... igual la quiero.
En pocas horas estaré de regreso a Dublín y me doy cuenta que para saber a donde vamos
hay que saber de donde venimos..