Thursday 26 November 2009

Un paseo por Nápoles

Napule bella mia,terra d'ammore,

lacreme e canzone...

che suonno d'oro ca nce faje sunná!

'Ncòre nce miette na malincunía,

na freva tu nce miette dint''e vvéne pecché nce vuó' fá
chiagnere e cantá.

(E. Murolo - Tagliaferri)



Después de haber vivido en Italia por 4 años y haber recorrido más de 60 ciudades del “Bel Paese”, hay un lugar que me faltaba conocer... Un lugar que por historia de inmigraciones, por costumbres, alegrias, tristezas y por un deporte pasional como el fútbol, esta muy unido a la Argentina: Nápoles.


El 8 de Junio de 1990, a los 8 años estaba frente al televisor con mi abuela... Expectante por el inicio del Mundial "Italia 90" y sus Noches Mágicas, veía imágenes impactantes, el coliseo, calles angostas, estadios y una ciudad que explotaba de devoción por Maradona.
Tuve que esperar 17 años, pero finalmente en Septiembre del 2007, gracias a la invitación de Nicola, un amigo que me dio Dublín, un avión de "Low Cos" nos llevo Roma, donde luego con un tren emprendimos el viaje hacia el “Mezzogiorno d'Italia”.Llegar a Napoli era un sueño cumplido, recorrer la ciudad un sueño por cumplir.Muchas cosas se dicen de una ciudad, que para mi esta entre las más fascinantes de Europa, llena de contrastes, desilusiones propias y esperanzas.


Que es un lugar único se nota al caminar por las calles, sentir el aroma del café y de las medialunas a cualquier hora del día. Hablar con la gente o escuchar sus diálogos. Comer una pizza en un Bar cualquiera o en un restaurante de primer nivel. Ir a un café, nombrar mi nacionalidad, recibir un afectuoso saludo y que no me dejen pagar el “Cappuccino”, por se del mismo lugar que provenía el Gran Diego Armando Ilusiones... Se habla de fútbol, de la vuelta del Napoli a la Seria “A”.
La vista del Mar con el Vesuvio de fondo, es una postal de lujo. Un sitio para sentarse a contemplar y esperar que el tiempo pase sin apuro. Que se detengan los relojes, que no hacen más que acelerar el tiempo con superficialidad.

El trajín que tiene la ciudad te lleva de a poco a involucrarte con ella y sus habitantes. La gente es mas ruidosa que en otros lugares de Europa, sonríen mas, hay música, un transito desordenado y ruido de bocinas. 
Para algunas personas puede ser un lugar muy caótico, pero Nápoles tiene Alma y es eso lo que me contagia una energía suprema. La ciudad esta viva, las personas no son solo individuos que caminan con la cabeza gacha sin mirar a los ojos de los demás.


Me siento a gusto, a las 5 de la tarde se empieza a ver más gente, mientras me entretengo entre las callecitas, que cruzan “Via Toledo”.


La hora de la cena nos encontró con la Mamma de Nicola cocinando distintas comidas, todas de increíble sabor. Era como estar en casa, aun a 12 mil kilómetros de distancia.


Se hacia de noche y obviamente llegaba el momento de conocer la vida nocturna. Una vuelta por la rambla, más ruidos, lindas mujeres, risas, la sombra del volcán y Castle Dell'uovo iluminado. Alguna historia mística me entretiene y estoy seguro que pronto me sentiré orgulloso de contársela a alguien.


Habría que ser muy antisocial para estar de noche en un bar de Nápoles y no conversar con nadie... Diría que es casi imposible, la simpatía de la gente es tanta que a veces da pena irse. Después de unas cervezas a las 3 de la mañana llegan ganas de alimentarse nuevamente... y si de alimentarse se trata, pocas ciudades hay en el mundo mejor que Nápoles.


Todavía no puedo entender si son los lugares a recordarnos olores o son los olores a recordarnos un cierto lugar. Tal vez se puedan dar las dos cosas y a cada persona le llegue de manera diferente.


Hoy, después de dos años y a distancia de una ciudad que me marco tanto, cierro los ojos y me parece ver el Vesuvio: poco a poco un aroma de café me va despertando de este sueño en el que disfruto de Nápoles y nada más...

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